El perro de mar "Cuentos Cortos"

 

 En las playas de San Bernardo del viento, un lugar mágico donde se duerme en empaladas tarimas de bambú de frente al mar, encontré un increible perro buceador, era el perro más osado que nunca jamás en la vida pensé que conocería. Pasaba todo el dia en el agua. Cuando llegaban los pescadores después de un amanecer en alta mar a bordo de pequeñas canoas, este amigo de cuatro patas saltaba al agua sin vacilar y en un abrir y cerrar de ojos se le veía saltando en las canoas repletas de pescado. Cuando llegan los sorfistas "Slinky" (Así lo llaman los sorfistas) persiguiendose la cola, dando vueltas en la arena con inigualable velocidad espera al igual que los demás, la llegada de las mejores olas. Toma impulso y se clava en el agua, Slinky el perro de mar se aleja rápidamente de la playa, merodea en las profundidades antes de agarrar la ola donde hace sus piruetas. Son días felices los que transcurren en San Bernardo. Pero cuenta don Gabriel un viejo nativo, que el perro de mar no puede ser tan feliz como parece, --desde que murió su único dueño quién era el brujo del pueblo, una maldición le impide al pobre perro respirar fuera del agua. --comentó el viejo sin esperanza alguna en sus palabras. En los días siguientes de mi estadía en aquel agradable lugar, slinky ya no era ese perro lleno de energía y felicidad no, se había convertido en un ser desesperado, aterrador, un ser que anhelaba estar en la tierra pero se veía obligado a saltar de nuevo al agua una y otra vez. que el perro de mar no puede ser tan feliz como parece, --desde que murió su único dueño quién era el brujo del pueblo, una maldición le impide al pobre perro respirar fuera del agua. --comentó el viejo sin esperanza alguna en sus palabras. En los días siguientes de mi estadía en aquel agradable lugar, slinky ya no era ese perro lleno de energía y felicidad no, se había convertido en un ser desesperado, aterrador, un ser que anhelaba estar en la tierra pero se veía obligado a saltar de nuevo al agua una y otra vez. que el perro de mar no puede ser tan feliz como parece, --desde que murió su único dueño quién era el brujo del pueblo, una maldición le impide al pobre perro respirar fuera del agua. --comentó el viejo sin esperanza alguna en sus palabras. En los días siguientes de mi estadía en aquel agradable lugar, slinky ya no era ese perro lleno de energía y felicidad no, se había convertido en un ser desesperado, aterrador, un ser que anhelaba estar en la tierra pero se veía obligado a saltar de nuevo al agua una y otra vez.

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